sábado, 8 de marzo de 2014

Nueva Tesis Doctoral sobre Nueva Jerusalén, Michoacán

URGENTE: ACTUALIZACIÓN DEL DOCUMENTO:
Hemos realizado una revisión y corrección completa del texto de esta Disertación. El resultado final ya puede descargarse gratuitamente en estas ligas o direcciones de internet:




Cartón humorístico en el que se compara a los naboritas con el PRI,
realizado por Rubén Soto, creador del Museo de la Historieta Mexicana


El sueño irrealizable de los Últimos Cristeros

Nueva Tesis Doctoral sobre el movimiento religioso integralista naborita michoacano, también conocido como de la 'Nueva Jerusalén'...

A finales del mes de febrero de 2014 se ha presentado públicamente la tesis doctoral titulada 'Violencia interreligiosa en Nueva Jerusalén, Michoacán', en el instituto de investigaciones históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo, en Morelia. Un nuevo trabajo de investigación que documenta la resistencia de los integralistas católicos mexicanos contra el estado liberal, que ha durado más de un siglo y prosigue hasta nuestros días.

Se trata de un amplio análisis sobre más de 1500 documentos procedentes de medios de comunicación de masas de todo tipo, y de todo el mundo, que abarcan tan sólo el mes de agosto de 2012. Y cuyo mayor interés reside en que consiste en una inmersión en la ideología y los sentimientos de uno de los pueblos más maltratados de la historia de México, los verdaderos perdedores en el proceso de creación de esta República. Esos resistentes integralistas católicos que se llamaron a sí mismos 'populares' o 'cristeros'.


Enfrentamientos callejeros entre las facciones naboritas, los dìas 19 y 20 de agosto de 2012

Estos campesinos e indígenas integralistas (es decir: partidarios de la unión integral entre la Iglesia Católica y el Estado y por tanto enemigos de la 'herejía liberal', que preconiza su separación) fueron una y mil veces masacrados, manipulados, apuñalados por la espalda, hasta por su muy reverenciada Iglesia Católica, por la que estaban dispuestos a morir como mártires. Y lo más interesante es que la versión de la historia mexicana que nos cuenta este pueblo, inevitablemente, es radicalmente opuesta a la versión oficial de la misma, tal y como es proclamada por el estado-nación republicano y su sistema educativo: es la verdadera Visión de los Vencidos, de ahí su enorme interés para los historiadores, especialmente de las religiones, pero también de la evolución de las ideas políticas modernas en este país.

Ya desde los días de la implacable guerra de exterminio que llevó a cabo el liberalismo contra estos resistentes antimodernos, se les ha satanizado, escarnecido y estigmatizado en la propaganda de combate de los periódicos de la burguesía intelectual mexicana, usando para ello epítetos denigratorios como 'mochos' (con el significado de deficientes psíquicos), y siempre como 'nacos' (del náhuatl 'chinaco', harapiento), en el sentido de campesinos e indígenas analfabetos, y por supuesto, 'fanáticos', es decir, bárbaros violentos y peligrosos, etc.

Y desde luego, nunca han sido reconocidos por sus enemigos como verdaderos 'ciudadanos' y dotados de derechos propios de tales, que merecían un cierto respeto y ser escuchados con una actitud mínimamente dialogante. Lo que es peor, los naboritas son campesinos e indígenas que siguen siendo todavía hoy una verdadera humanidad inexistente. Forman parte de una masa de población considerable, que carece todavía de documentos de identidad oficiales, de manera que jurídicamente son extranjeros en su propia tierra, ¡como si fuesen inmigrantes ilegales...! Como hace siglos, siguen sufriendo una extrema segregación o exclusión del modelo de democracia que fue creado por esta república.

Pero pese a tanta marginación, a tanto desprecio, asombrosamente, estos 'integralistas de huarache' (como los ha llamado el célebre estudioso Masferrer Kan) son todavía hoy indomables o inconquistables, como lo fueron sus antepasados. Son incapaces de rendirse o someterse a las imposiciones de sus enemigos de la cultura urbana global, y siguen peleando desde este cerrito, en una pequeña ciudad santa amurallada que recuerda a Disneylandia... por rechazar toda influencia del mundo moderno y por realizar su famosa utopía societaria, el Reino de Cristo. En este caso el de la Virgen del Rosario, que es la deidad particular a la que se adora aquí.



Los movimientos revolucionarios de los integralistas contra el estado laico, comenzaron en esta región ya a fines del siglo XVIII, cuando cientos de comunidades locales (también llamadas 'repúblicas') de indígenas y campesinos se alzaron violentamente contra la expulsión de los jesuitas por los borbones. La suya era una religión pública obligatoria, absolutamente identificada con el régimen jurìdico-polìtico consuetudinario, o de Usos y Costumbres, que rige en estas comunidades tradicionales. Que se sintió agredida por el estado y la cultura urbana moderna, y por tanto produjo buen número de rebeliones feroces contra la monarquía hispánica (la Guadalupana, y no bandera nacionalista alguna, fue el estandarte de las rebeliones de Hidalgo, Morelos, Zapata...), hasta que finalmente cristalizó en la guerra Religionera por la Religión y los Fueros antiguorregimentales, a mediados del S. XIX.

A los lectores españoles todo esto les recordará de inmediato la violenta corriente antiliberal de los carlistas, o más aún, el nacional-catolicismo franquista, que fusiló a miles de masones españoles durante la Guerra Civil, considerándolos como su enemigo principal, en tanto que supuestos miembros de una 'secta enemiga'. Por su parte el integralismo radical y armado mexicano, prosiguió su lucha a lo largo de las dos guerras cristeras del primer tercio del XX, así como posteriormente, adoptando la forma de movimientos diversos y masivos de resistencia al secularismo y el liberalismo, como los sinarquistas, la Cruz de Palo, los macielitos, las sociedades secretas y resistentes de los yunquistas y similares...



Y por último, en estas sierras perdidas de la Tierra Caliente, una nueva manifestación de esta misma tendencia de resistencia contracultural al liberalismo, es el movimiento de estos exóticos seguidores de la profetisa Gabina y de Papá Nabor, campesinos reunidos para hacer realidad la vieja consigna cristera de 'construir la Nueva Jerusalén con barro mexicano'. Concretamente ésta es una de las más tardías derivaciones de esa larga resistencia de los sectores socioétnicos más marginados o excluídos, contra la modernidad y la cultura urbana, que tanto pueden recordarnos la lucha desesperada de la ciudad santa y también campesina de Canudos, en el nordeste brasileño, en la novela de Vargas Llosa, 'La Guerra del Fin del mundo'.

Desde su fundación en 1973, como una especie de eremitorio muy rústico, creado sobre el cerro del Mirador de Puruarán, y donde supuestamente se apareció la Virgen del Rosario a la profetisa Gabina... la comunidad se ha convertido en el último refugio o baluarte de los 'católicos de verdad', es decir, de la religión popular campesina e indígena de la región, que el autor de este estudio considera que se trata sobre todo de un sincretismo entre el catolicismo trentino de la Contrarreforma, con las propias creencias de tipo cosmoteísta, o de adoración de la naturaleza, más arraigadas entre los pueblos indìgenas mesoamericanos.

Ésta es una religión ante todo mágica o práctica, muy adecuada a la psicología de masas de campesinos ágrafos. Una forma de negociación con el mundo espiritual que sirve a las devotas (casi siempre mujeres) para implorar curas milagrosas y protección a las familias de estos pobres trabajadores marginales del campo, y que confían en ser protegidos por la propia Virgen, que se cree que habita realmente en este lugar, encarnada en un curioso cuadro de factura muy naïf.


Es una verdadera diosa residente, que habita en el primitivo edificio que los naboritas consideran su 'catedral'. Y que por eso atrae a los pobres y desesperados que buscan su protección. Junto a ella se ha instalado en este 'huizachero' (lugar agreste, reseco, lleno de abrojos) toda una nutrida corte de espíritus bienaventurados, y entre los que figura, para nuestra sorpresa, nada menos que un gran dirigente de la masonería liberal mexicana: el general Lázaro Cárdenas del Río, también reconvertido en un santo naborita...



Estos militantes integralistas son los eternos perdedores del proceso histórico, y a veces pueden parecernos por ello nimbados de un halo de romanticismo, precisamente por su conmovedora ignorancia, muy propia de campesinos mexicanos analfabetos, por el modo terco en que se aferran a sus tradiciones, etc. Pero no hay que engañarse, porque originalmente no eran víctimas, sino victimarios: hay que tener en cuenta que se alejaron (sólo relativamente, porque ellos afirman ser fieles católicos) de Roma sólo cuando ésta reconoció el principio de la Libertad Religiosa y la obligatoriedad del respeto a los Derechos Humanos, esa gran victoria de los cristianos reformistas, de protestantes y masones, sus enemigos durante la centenaria guerra civil mexicana.

Nabor y sus seguidores se sintieron una vez más traicionados, al igual que el mismo Franco y otros integralistas católicos de muy diverso tipo en todo el mundo. La asunción por Roma de la defensa de la libertad religiosa era un golpe insufrible, porque estos militantes antimodernos, antiliberales y antiprotestantes, no podían en modo alguno concebir su religión sin el odio al diferente, y sobre todo al cristiano distinto de ellos mismos, tal y como sus sacerdotes y su sociedad aldeana les habían inculcado durante siglos. Los mismos en que quemaron brujas, persiguieron y asesinaron a los pocos evangélicos que se aventuraban a traer biblias a estas regiones, ahorcaron a sus convecinos masones, campesinos agraristas... Y sobre todo a maestras y maestros, los portadores de la maldita palabra del Diablo, que era la enseñanza secular.

Así que los naboritas son rebeldes románticos, ciertamente, pero tanto como pudieran serlo los terribles verdugos de negros, judìos, católicos, etc., del Klan, en el Viejo Sur estadunidense. Toda su identidad etnorreligiosa es un instrumento para desarrollar el Odio Etnorreligioso, el combate ideológico o la guerra cultural, para librar una lucha feroz contra la libertad religiosa y la secularizacíón moderna. Conviene no olvidarlo, porque ellos sí que tienen siempre presente que se encuentran sitiados y en estado de guerra a muerte, contra la cultura rival. De modo que quien los visite y, p.ej., no acate sus curiosas reglas en cuanto a apariencia exterior al entrar en la Ermita (las mujeres tienen que colocarse un velo o 'hiyab' muy musulmán, largas faldas, despintarse las uñas, etc.), puede sufrir una agresión física muy grave, tanto como si estuviera en Yemen o Arabia Saudita. Porque estos penitentes no son místicos inofensivos, sino al contrario, combatientes feroces en una Yihad interminable.


 Portada de la tesis...

Pese a toda su aparente inocencia, los naboritas en realidad son pues intolerantes extremados, que sólo muy recientemente (y meramente por miedo a las fuerzas represivas del estado mexicano), han renunciado a matar para imponer sus creencias, algo que hasta hace bien poco consideraban totalmente legítimo y necesario, puesto que así se los exigía la Virgen Vengadora, su diosa tutelar. Tal y como lo hicieron sus antepasados durante siglos, y como sigue ocurriendo todavía hoy en muchas comunidades rurales de Chiapas, Oaxaca y otros lugares, especialmente con densa población aborigen. Es la amarga cosecha de la religión pública totalitaria que introdujo Roma en esta tierra, ya desde el inicio de la colonizaciòn. Y de la que hoy el Vaticano se avergüenza, comprensiblemente, pero que entre estos tercos indígenas y campesinos sigue absolutamente vigente.

Por otra parte, su mayor interés tal vez reside en que sigue siendo un pueblo que se encuentra en un estado mental u horizonte cultural muy anterior a la Revolución Industrial. El suyo es un mundo que se niega a modificar la hora en los relojes, siempre para conservar el supuesto horario de la época evangélica... Un universo fantasmagórico y poblado por innumerables espíritus. P. ej., cada naborita encarna obligatoriamente a un Bienaventurado, santo o espíritu desencarnado, que a través de ellos pueden volver a la tierra. Asimismo, estos devotos se protegen constante y obsesivamente de la acción de una legión de espíritus hostiles o malignos, por medio de innumerables escapularios, medallas y rosarios, para evitar que esas entidades les ataquen provocándoles enfermedades, desgracias, o promoviendo agresiones de sus enemigos ideológicos, los Hijos de las Tinieblas, el ejército de los descreídos.



Es una colectividad que vive dominada por el Miedo, voluntaria y radicalmente segregada de ese gran enemigo suyo que es 'el Gobierno', el estado moderno y laico, que para ellos es la suma de todos los males. Y del que se protegen cortando caminos, levantando murallas, estableciendo guardias comunitarias y manteniéndose en estado de alerta permanente o 'en vilo', como describió a este tipo de poblaciones el historiador michoacano Luis González. Una verdadera 'Comunidad Paranoica', cerrada sobre sì misma,  permanentemente asustada, desconfiando de todo y de todos, tratando de aislarse de todos los amenazadores fuereños, que sólo pueden traer el mal de ojo, la desgracia, el contagio de todo lo malo. Y que sin duda sólo esperan la oportunidad de atacar a este pueblo donde vive la propia Virgen del Rosario, para matar a sus sacerdotes y profetisa, a sus devotos, etc. Por cierto que una magnífica visión cinematográfica de este fenómeno es la producción cinematográfica 'El Evangelio de las Maravillas', de Arturo Ripstein.

En suma, en esta fortaleza sitiada se vive todavía en los tiempos de la Cristiada, cuando sobre este mismo cerro las fuerzas federales ejecutaron sumariamente a campesinos que apoyaban a la causa popular, trauma que nunca ha sido superado en esta comarca. Desde entonces, estos devotos y sufridos 'católicos de verdad' campesinos, no han dejado ni por un momento de sentir miedo de sus enemigos seculares y liberales, como en la época de Ocampo, Juárez o Calles. Por eso los fundadores de la comunidad prohibieron la entrada a la misma de todos los tentáculos del mundo moderno, ancho, ajeno e incomprensible: de la red de agua potable, del tendido eléctrico, el asfaltado de las calles, los medios de comunicación de masas, los celulares, y sobre todo de la Escuela del Diablo, el sistema educativo secular.




En su guerra permanente contra la cultura urbana global, Nueva Jerusalén ha luchado muy duramente por mantener su cohesión interna, por medio de purgas o depuraciones etnorreligiosas masivas, crímenes de honor, represión, encarcelamientos ilegales, torturas a veces disfrazadas de exorcismo o penitencia religiosa... Siempre para mantener fuera de estas murallas a la modernidad impía y descreída, y especialmente para reprimir a sus propios disidentes, los herejes que surgían en su interior, desafiando las reglas de su religión pública obligatoria. Y que tanto nos recuerda a la tendencia wahabita dentro del Islam, incluso imponiendo una segregación feroz a las mujeres, el uso de velo (igual al 'hiyab' musulmán), etc.

El estudio presenta por último una interesante derivación, al analizar la campaña de odio permanente que los medios de comunicación de masas mexicanos y michoacanos han desarrollado contra el pueblo naborita, con muy raras y honrosas excepciones. En general este movimiento ha sido observado con mucho más interés y objetividad por los medios de comunicación exteriores, norteamericanos de habla inglesa, europeos o españoles, que por los del país, donde parece muy viva todavía la guerra cultural de la vieja época revolucionaria, juarista, callista, etc. A lo largo de este ensayo se constata en efecto cómo han sido muy pocos los periodistas del país capaces de comprender este fenómeno, tan similar por otra parte a movimientos milenaristas campesinos de tradición abrahámica, de ayer y de hoy, hasta el punto de que han sido correctamente comparados a menudo con los menonitas, con los musulmanes wahabitas, con culturas indígenas mesoamericanas, etc.



Hay que advertir al lector que este estudio, pese a adoptar la forma reglamentaria de una disertación de tesis, etc., no es sino una especie de borrador inicial de una investigación aún abierta. E incluso, lamentablemente, quien lo examine someramente podrá percibir con claridad que su redacción final se ha visto muy perjudicada por una excesiva precipitación, debido a los plazos obligatoriamente impuestos por el mundo académico para la entrega de este tipo de trabajos. De hecho el autor sigue corrigiendo de modo constante el texto de este primer ensayo, y preparando su trabajo definitivo de análisis de los documentos de todo tipo que ha podido compilar sobre esta comunidad rebelde, y que suman ya más de seis mil, entre 1982 y la actualidad.

Por último, el autor invita a todos los interesados en el estudio de éste y otros fenómenos similares, a ponerse en contacto con él, a través de su correo electrónico: arrioti@gmail.com

Llamamiento que dirige muy especialmente a los naboritas, simpatizantes o conocedores del movimiento, y a todo tipo de residentes en la comunidad, o en centros relativamente similares como el monasterio de la Inmaculada, etc. En realidad los devotos integralistas de esta corriente no tienen nada que temer de la investigación por la historia y las ciencias sociales, y les invita a ponerse en contacto con él para demostrárselo.

Por supuesto, es inevitable que la investigación ponga de relieve a veces algunos aspectos cuestionables de éste o de cualquier otro movimiento sociorreligioso, como su larga historia de violencia y conflictos internos, p.ej. Pero es mucho más lo que puede beneficiar la investigación seria a este pueblo penitente, aunque sólo sea mostrando al mundo la valentía con que los naboritas resisten hasta hoy las presiones del mundo moderno, y el modo tan coherente en que siguen tratando de vivir su propia fe, frente a todo y a todos.

Así como la extraña clarividencia con la que a veces critican muchos aspectos de la cultura global e imperante (ya desde la época de la muy admirable visionaria Gabinita, pero también del resto de sus muy interesantes videntes y profetas), con una lucidez y radicalidad que parece más propia de algunos movimientos sociales e ideológicos contraculturales modernos, como el anarquismo, el ecologismo profundo... Y sobre todo el autonomismo comunitario de los neozapatistas y otros rebeldes de tipo indianista, con los que los naboritas muestran similitudes asombrosas.