lunes, 21 de noviembre de 2011

Moisés Ramírez: El gato de Schrödinger, y el lenguaje de la revelación

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Oficio de poetas, profetas y alquimistas: reconocer las manifestaciones de la 'Belleza', como Revelación del Gran Misterio
1. Durante el Encuentro Regional de Narradores Centro Occidente, en Zacatecas, se ha tratado el asunto de los límites entre la poesía y la narrativa. ¿Cuál es el punto, o el momento, en el que fuera de toda forma definida aparece la poesía? Tendríamos que distinguir, primero, dos tipos de poesía: como género literario y como fenómeno estético, en el sentido, diríamos, aristotélico: mimesis, verosimilitud y catarsis. Esto es, la poiesis, la semilla originaria de lenguaje. Sin embargo, estos términos resultan poco eficaces si queremos aclararnos lo mejor posible eso que está en la base, o en el origen, de toda manifestación de la belleza.

La belleza surge dos veces. Primero, en el lenguaje, que es un uso particular de la lengua, un carácter o, en todo caso, un estilo. Por otro lado –y en segundo término– ese lenguaje contiene, acaso, una anécdota, cuyo desarrollo conduce a quien la experimenta a participar del fenómeno puramente existencial que hay en cada historia. De manera que, en literatura, independientemente del género –concepto siempre limitado–, lo que se cuenta o bien lo que se canta, que diría Jair Cortés, son los fenómenos de la existencia; y sus efectos en el lector están determinados por la manera en que la obra media entre éste y el autor. La mediación que atribuye Octavio Paz al poema es precisamente la distensión simultánea del tiempo individual y el tiempo colectivo, histórico.

2. “Somos seres cuánticos”, dice Milorad Pavic en Segundo cuerpo, su última novela, una suerte de Réquiem personal donde, como en el caso de Mozart, otro debe terminar la obra, la conformación del segundo cuerpo o de una segunda realidad que contenga la primera. Ese otro es el lector.
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Nuestra existencia está definida por la doble condición de nuestra naturaleza: estamos, simultáneamente, vivos y muertos. No es posible, al menos es lo que creemos, que la vida y la muerte sean una misma condición de la existencia. Por el contrario, se oponen. No obstante, esa experiencia doble es también un fenómeno indeterminado y dinámico del que no es posible precisar el comportamiento aislado de cada experiencia que lo conforma. Es un lugar común: la muerte es y está en la vida, y viceversa. El lenguaje, y sobre todo el pensamiento metafórico, teje realidades para conformar tanto la manifestación de lo bello como el surgimiento del consenso que solemos denominar la Realidad. En el lenguaje, todas las realidades son indisociables, y fuera de él, no hay realidad alguna. Pero eso tampoco podemos problarlo.

3. ¿Qué es un salto cuántico? Probablemente un salto de realidades, de percepciones, de interpretaciones del mundo. Las cosmovisiones antiguas, como la hindú, el taoísmo e incluso algunos aspectos del cristianismo temprano, coinciden en que, sea dual o múltiple; el espíritu humano es una condición, un fenómeno cuyas leyes son forzosamente psíquicas y fisiológicas. El cuerpo es uno con el alma: la mente. Pensar es un acto biológico, pero ¿dónde está el punto de origen y de tránsito?

Me gustaría tener un colisionador de neuronas que en algún momento permitiera, como el colisionador de hadrones, hallar la partícula divina, la materia primigenia que aún no es materia. Un pulso, un insistir; para volver a Paz. Y es precisamente en la insistencia y en la colisión donde surgen los mundos amados, las realidades posibles.
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4. El fenómeno poético, creador y originario (poiesis), es observable a partir del comportamiento de las partículas elementales del lenguaje literario: las metáforas. A nivel submetafórico, la estructura física, es decir, lingüística, proviene de la experiencia, de la invención: el acto de percibir e interpretar el mundo. La interpretación fisiológica del mundo es también una realidad indeterminada. El verso, la prosa y la anécdota son, entonces, elementos –sustancias, partículas– que interactúan entre sí y desde las cuales vemos aparecer un lenguaje único, acaso conciliador. Porque más allá de los géneros, está la escritura como generador de fenómenos universales. Por ello, su naturaleza es múltiple, puesto que al mismo tiempo que habla de algo que ya conocemos –la realidad, la existencia–, incide en ello al grado de alterar sus mecanismos internos y dinámicos. De ahí la novedad, lo original, aquello que proviene de la fuente en cuyas aguas corre el tiempo y brota la luz, la voz de los dioses: el lenguaje de la revelación.


moisesramirez.com
Fuente/Source: Publicado originalmente en el diario mexicano La Jornadahttp://www.lajornadamichoacan.com.mx/2011/11/21/index.php?section=opinion&article=013a1cul

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