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El gato de Schrödinger. Teoría de la Ficción Crítica 1.
Onirismo
...Contar un sueño que no se puede contar, pero que se desea, se necesita contar; es un acto literario. Se parte de un conflicto ético, de una tragedia moral, si se prefiere el drama. Este problema puede expresarse de un modo más breve: cómo hablar de aquello de lo que no se puede hablar...
1. Contar los sueños es una actividad tan habitual como ofrecer un saludo. Y es, como el saludo, un acto semiótico.
2. Contar los sueños, de Jean-Daniel Gollut, es un estudio semiótico del relato onírico moderno. A partir de ejemplos concretos de sueños relatados en diversas obras de la literatura universal, Gollut explora los modos, no solamente de contar, sino de escribir un sueño, de volver la escritura un acto lingüístico similar al acto mismo de soñar. “Más allá de los límites de la comparación y la metáfora”, dice, “los aspectos del sueño son reconquistados mediante la hipérbola”.
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Hay que notar que Gollut emplea hipérbola. Sin embargo, antes hay que explorar un fenómeno intratextual. En francés, lengua original del libro, la palabra hyperbole refiere tanto a una figura geométrica como a una figura retórica, por lo que se hace la distinción entre una y otra mediante l’hyperbole para la figura retórica y une hyperbole para la figura geométrica. En español –y también en inglés–, la figura geométrica se distingue de la retórica mediante un cambio de vocales: hipérbola (hyperbola, en inglés) es la figura geométrica e hipérbole (hyperbole, ídem) la figura retórica. Como no tengo a mano la versión original del libro de Gollut, debo recurrir a un breve esquema de filología forense:
En francés, la palabra sueño se traduce como sommeil, para la necesidad y el acto de dormir; como songe y como rêve, para nombrar un deseo personal, cuyas formas verbales –la acción de desear algo– serían, respectivamente: songer y rêver; y como rêve, para nombrar lo que el diccionario Larousse llama una suite de imágenes que se presentan en el espíritu durante el sueño (sommeil).
Así, la frase de Gollut, en su lengua original, podría ser “les aspects du sommeil sont repris par l’hyperbole", o bien “les aspects du rêve sont repris par l’hyperbole”.
He omitido el uso de songe por no ser habitual en el lenguaje literario. Pero también, estas dos posibilidades podrían terminar cada una de dos maneras distintas: “…par l’hyperbole”, o bien “…par une hyperbole”. De manera que, dado el contexto literario de la frase, puedo suponer que la opción más adecuada es “les aspects du rêve sont reprís par l’hyperbole” que refiere a esa suite de imágenes y a la figura retórica. Sin embargo, la traducción de Lucrecia Orensanz dice: “los aspectos del sueño son reconquistados mediante la hipérbola”. La palabra en cursiva forma parte del texto, lo que hace suponer que en su lengua original, Gollut podría haber empleado el término une hyperbole en sentido figurado, precisamente como una hipérbole. Si observamos una hipérbola y pensamos, simultáneamente en la hipérbole, podremos notar que una parece la representación geométrica de la otra. De este modo, el juego de palabras que parece ocultar la cursiva hipérbola borra el aparente error de traducción. En cualquier caso, se trata, en palabras de Gollut, de un “modo de dar [a la descripción de un sueño] la dimensión de lo que excede, de alcanzar aquello que la rebasa”.
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3. Contar un sueño que no se puede contar, pero que se desea, se necesita contar; es un acto literario. Se parte de un conflicto ético, de una tragedia moral, si se prefiere el drama. Este problema puede expresarse de un modo más breve: cómo hablar de aquello de lo que no se puede hablar.
Hay que aclarar que la frase “aquello de lo que no se puede hablar” refiere tanto a la censura como la imposibilidad espiritual de hacerlo. La literatura suele tratar en ocasiones lo segundo; aunque también ha tenido que enfrentar lo primero. Incluso ambas circunstancias simultáneamente. Dos ejemplos me vienen a la memoria: el siglo de oro español, particularmente con Quevedo, y la obra de autores como Imre Kertéz o Ismaíl Kadaré. En su estudio, Gollut reconoce estas cuestiones y afirma que, en efecto, el sueño como forma literaria ha servido a lo largo de la historia para hablar de aquello que es un tabú o un riesgo político. No obstante, su interés se centra en las formas lingüísticas que conforman la escritura literaria de los sueños.
Pero, ¿cómo escribir esos sueños que no se pueden escribir, ya sea por razones políticas o por razones espírituales? Tendríamos que recurrir a un cifrado complejo, a metáforas difíciles pero evidentes, sutiles, como la trompeta nívea de grito amarillo que dijera Octavio Paz, y que Georges Perec no tardaría en incluir en un crucigrama, o en un acertijo.
4. Mi problema es que tuve un sueño terrible y no me decido a contarlo por diversos motivos. Principalmente un motivo ético: no hablar de ciertos temas espinosos por más necesario que me resulte hacerlo. Pero esos temas espinosos han entrado en mis sueños, que es la única intimidad que puede quedarle al hombre de este tiempo. Por eso casi nunca hablo de mis sueños.
Una parte de la realidad consensuada –de la que me rehúso a escribir por las razones que se deseen– se ha aparecido en mis sueños, y a medida que reconstruyo y reformulo las imágenes, a manera de relato mental de mi sueño, descubro que yo mismo –puesto que se ha tratado de un sueño lúcido, es decir consciente– he ido colocando sueños alrededor de ese sueño invasor para defenderme. Cualquiera pensaría que esto es un invento, o que en el párrafo siguiente vendrá la revelación, el respiro, el tremendo alivio: que todo era un sueño dentro de otro sueño. Y es que, en buena medida, lo era, o lo es. De ahí la dificultad de relatarlo.
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...Contar los sueños podría servir entonces no solamente para hablar de lo que no podemos hablar, sino para explorar nuestra conciencia individual y colectiva...
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5. Dejo al lector la divertida y entretenida tarea de resolver el acertijo anterior, si es que lo hubiera; lo que, en cierto modo, indica que lo hay.
6. ¿Qué sueña el hombre contemporáneo? “Cada siglo, cada cultura tiene su propio estilo de soñar”, dice Jacobo Siruela en su espléndido libro El mundo bajo los párpados, en el que también hace referencia a The Third Reich of Dreams, libro en el que la periodista Charlotte Beradt documenta la incidencia del nazismo en los sueños de los alemanes de ese periodo.
¿Soñaremos, gracias al impacto de la globalización, lo mismo que sueñan al otro lado del mundo? ¿Soñaremos todos alrededor del globo con una aldea fragmentada pero unida por fenómenos que sobrepasan su descripción, que se modifican apenas los observamos?
Ahora pasemos a la literatura: ¿alguien sueña lo mismo que yo? ¿Compartimos los sueños? ¿Soñamos lo que otros sueñan? A nivel psíquico es posible compartir sueños, incluso la existencia de sueños colectivos (Freud, Jung); pero a niveles cuánticos, ¿sería posible eso que esotéricamente se llama viaje astral, desdoblamiento? Ya se han levantado unas manos a favor. Pero no se trata de eso, sino de la posibilidad de que el sueño sea una realidad de la conciencia, una dimensión probable.
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Contar los sueños podría servir entonces no solamente para hablar de lo que no podemos hablar, sino para explorar nuestra conciencia individual y colectiva. Se requiere, por supuesto, práctica. Pero es tan fácil como reconocer en la televisión las nuevas tendencias, el cambio de siglo, las ideologías de los sistemas, las estructuras y las partículas que están en los fenómenos de este nuestro mundo.
Fuente/Source: http://www.lajornadamichoacan.com.mx/2011/12/04/index.php?section=opinion&article=011a1cul
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