lunes, 8 de diciembre de 2014

Conocer y aceptar nuestro Destino...


Somos sólo para la Nada...

Como nos enseñan los creadores de las antiguas tradiciones de sabiduría, tenemos que proponernos aprender de una vez que nuestra frágil existencia no es sino una derrota sin paliativos y un absurdo, y a aceptarlo...

Sólo así podremos liberarnos de la opresión que ejercen sobre nosotros todo tipo de ideologías mentirosas, que prometen falsamente la 'felicidad' y la realización de nuestros deseos en este mundo, en tal o cual forma de sociedad, en las relaciones personales, o en la lucha por el éxito profesional, etc...

Porque como intuía el sabio mexicano Octavio Paz, si no nos reconciliamos con la Muerte (siempre en este mundo), que es nuestro destino último, y único o verdadero, ¿cómo aprenderemos a celebrar la vida?



"...Finalmente, la historia del universo parece ser la historia de la Derrota del Ser por la Nada: materia, vida, la raza humana, la inteligencia y la creatividad humanas -todo está destinado a terminar en derrota, todos nuestros esfuerzos, sufrimientos y goces perecerán para siempre en el vacío, sin dejar huella-.


"Esto parece banal y es banal y, por lo tanto, importante, puesto que lo banal es nada menos que lo que todos saben y experimentan. No es cierto, en absoluto, que el miedo a la derrota final sea una invención de la ontología existencial moderna ni un efecto del reciente espectro de la guerra global, destructora de todo. Se encuentra en muchos de los grandes documentos de antigua fe: en la 'Épica de Gilgamesh', en 'Rig Veda', en el 'Bhagavad Gita', en el Libro de Job, en los Evangelios, en los Edda y en muchos mitos conservados de religiones arcaicas, entre pueblos con un conocimiento bastante escaso de las leyes de la termodinámica y de la astrofísica moderna; no obstante, conocían la muerte, el dolor, la separación, la crueldad, la maldad, la traición, los vanos esfuerzos y los deseos frustrados y no hay razón para pensar que los experimentaban de forma distinta a nosotros...


"...Conocían el mal y la derrota y los asumían. De distintas formas afirmaban su creencia en que a través de todos los cambios persiste otra realidad permanente: inmune a la corrupción y, por ello, inaccesible a nuestros ojos y oídos y, sin embargo, no totalmente fuera de nuestra experiencia, hay un lugar donde todo lo que hacemos y todo lo que ocurre en el mundo es, de alguna manera, guardado para la eternidad; por lo tanto, nuestros logros y nuestros dolores no son en vano; por ellos la realidad crece y se enriquece, por así decirlo; no son tragados y aniquilados en el abismo del tiempo, sino capturados en la morada perpetua del Ser; y sólo en la realidad eterna (es decir, sin tiempo, no "perdurable") puede la Nada ser vencida."

Fuente/Source: Kolakowski, L.(2000, 4ª edición en castellano) Si Dios no existe... Sobre Dios, el diablo, el pecado y otras preocupaciones de la llamada filosofía de la religión. Tecnos (Anaya), Madrid. pp 37-38


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