miércoles, 25 de marzo de 2015

Chocolate Sacrílego

El sagrado Cacauátl desafía a los dioses del viejo mundo

Deity Made of Chocolate Spurs a Religious Debate... Una deidad esculpida en chocolate desencadena un conflicto interreligioso...

Calaveritas mexicanas elaboradas con el sagrado alimento de los dioses...

Tal y como andan los conflictos interreligiosos e interculturales en el mundo de hoy, éste que traemos hoy aquí es un problema insignificante... Pero como nos indica Andy Newman, periodista del New York Times, inevitablemente hay que plantearse: ¿es permisible que nos comamos a los personajes sagrados favoritos de millones de devotos, convertidos en estatuillas de chocolate?

Todo esto viene a cuenta de que un grupo de integralistas radicales de tradición hinduísta (es la misma adscripción ideológica y etnicista feroz que ocupa hoy el gobierno de la Unión India), han exigido que una bombonería neoyorkina famosa retire de sus mostradores uno de sus productos: la estatuilla, de chocolate y comible, del Dios Ganesha. El caso es que esta tienda, 'Bond Street Chocolate', fabrica y vende desde hace años todo un panteón de figurillas sagradas, esculpidas con el máximo detalle, y que incluye a Jesús, el Buddha, Moisés, y algunas otras, como Ganesha, el dios elefante y de la buena suerte, muy tradicional y querido en India.

¿Es esto un sacrilegio en sentido estricto? ¿Una especie de blasfemia, en el sentido de apropiación indebida de los símbolos sagrados etnorreligiosos de otras culturas, para utilizarlos comercial y festivamente? Los propios religiosos -en el sentido de 'especialistas a tiempo completo' o profesionales del mantenimiento de estos sistemas de culto- no se ponen de acuerdo. En este interesante artículo observamos, p.ej., que algún sacerdote católico-romano se indigna porque la bombonería de Bond Street ofrezca una Virgen de Guadalupe...

En cambio otros romanistas mejor humorados aprecian positivamente la idea y regalan figurillas de este tipo a sus propios fieles (un buen chocolate siempre se agradece, sin duda). También otros hinduístas piensan que esas estatuillas les agradarían mucho a los niños de sus denominaciones religiosas. Y por último un budista ofrece su visión inconformista, apoyada por la propia autoridad de Tentzin Gyatso, el actual (tal vez el último) Dalai Lama: si te ofendes por cosas como ésta, ¡entonces es que no eres budista en absoluto...! Pero ya se sabe, los budistas es que son unos radicales iconoclastas.

Chocolates ISIS, víctimas del conflicto interreligioso global:

Este incidente tan curioso ha coincidido en el tiempo con otro problema muy recientemente surgido en el mismo ramo comercial, el de las bombonerías, como es que 'ISIS', una cara y conocida marca europea de pralines -el extraordinario preparado belga de cacao tipo 'trouffe'-, ha tenido que ser abandonada por sus fabricantes, por la desgraciada coincidencia de esa denominación -homenaje a la Diosa casi universal que recibía ese nombre en Egipto- con el del Estado Islámico o califato que asola actualmente el Medio Oriente, en la que algunos califican como la Última Yihad (o Última Cruzada, es lo mismo). Toda una coincidencia que no tiene nada de casual. Porque nada es casual en este mundo en el que se enfrentan dioses, espíritus, genios, fantasmas, memes, ideas-fuerza, más de un agresivo volkgeist... y los pobrecitos humanos, como si dijéramos, la carne de cañón de la conflagración metafísica e ideológica.

Véase si no (sin que tenga la menor idea del asunto la guapa señora Stern, dueña de la bombonería del East Village neoyorkino, y que sigue la mejor tradición chocolatera francesa) el hecho tan llamativo de que sea precisamente el cacauátl o chocolate, el 'Alimento de los Dioses' (theós broma, bebida del dios), como lo denominaron los aztecas o Linneo, y la sustancia sagrada por excelencia en Mesoamérica, quien se esté apropiando de todos los avatares sagrados anteriores, y de paso merendándoselos, incorporándolos a esa antigua y muy mexicana forma de Eucaristía o Comunión Sagrada. Así pues, aquí tenemos la venganza del colonizado: ¡más de cinco siglos tras la llegada del pirata Cortés, el producto de la gastronomía mexicana más apreciado en todo el mundo (seguido de cerca por el simpar guacamole), fagocita a los dioses del viejo mundo!

A continuación les presentamos el texto original en inglés de este interesante artículo:

Un Buddha compuesto de exquisito chocolate negro

Andy Newman, Feb. 8, 2015: As religious questions go, it is a relatively small one... But, inevitably, it must be asked: Is it O.K. to eat a chocolate statuette of your favorite holy figure?

The matter arose recently at Bond Street Chocolate, a bite-size East Village boutique that traffics in intricately detailed figurines of Jesus, Moses, the Buddha, and the elephant-headed Hindu god Ganesh.

Last week, an organization called Universal Society of Hinduism issued a demand:

Upset Hindus urge withdrawal of Lord Ganesh-shaped edible chocolate,” read the society’s Feb. 1 news release.

The owner of the store, Lynda Stern, was puzzled. For more than five years, she has been selling the gold-dusted Ganesh and his shelfmates, beside passion fruit bonbons and chocolate-coated wasabi peas, with barely a whiff of controversy.

In the release, the society’s president, Rajan Zed, wrote that Ganesh, the remover of obstacles, was “highly revered in Hinduism and was meant to be worshiped in temples or home shrines and not to be eaten casually.” The chocolate statues, he wrote, were an insult to Hindus.

Mr. Zed, a former Postal Service supervisor in Reno, Nev., and the society’s only full-time staff member, is a frequent critic of the nonreligious use of Hindu imagery.

He has taken on an Australian brewery whose ginger beer label shows Ganesh and the goddess Lakshmi; challenged the Brooklyn Museum over a mural depicting the deity Kali; and persuaded Urban Outfitters to stop selling a Ganesh duvet cover.

But Ms. Stern, whose 3-inch-tall Ganesh sells for $15, has no intention of desisting.

All spiritual icons are treated equally in my shop,” she said, “with honor and respect to the religion.”

And it turns out that whether the statues offend the devout depends on whom you ask.

We Hindus look at the universe as eternal and god almighty as one,” said Uma Mysorekar, president of the Hindu Temple Society of North America, in Queens, which says it is the country’s largest Hindu temple. “So we would not say that the lord resides only in that little piece of chocolate. It’s more like when they eat it, the lord comes back to us — he is within us.”

She added, “Our own Indian children would love to have some candies like this.”


The store’s Divine Collection also includes a 4-inch-high Virgin of Guadalupe, which sells for $18. The Rev. Santiago Rubio, pastor of the Church of Our Lady of Guadalupe in Chelsea, was not pleased to hear this.

We consider statues and images as sacred objects that help connect with the divine or the supernatural,” Mr. Rubio said. “So to transform them into merchandise, candy to eat, I don’t think it’s the best way to go. It’s just business for these people.”

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'...los que se molestan porque se insulte al Buddha, no pueden ser considerados discípulos de Buddha...'
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But a spokesman for the Roman Catholic Archdiocese of New York, Joseph Zwilling, recalled a Catholic organization’s dinner at which guests were given white chocolate Virgin Marys.

I don’t think there’s anything inherently sacrilegious about it,” Mr. Zwilling said of Ms. Stern’s Jesus treat, which is cast from a dashboard ornament. “It’s the intention of the person making it that matters.”


Ms. Stern said that after an article about the chocolate statuettes appeared in 2009, she got a call from a representative of a Buddhist community in Chinatown who threatened a boycott of the store. She chose to ignore it — “That’s not my demographic,” she said — and it ended there.

Since then, she said, her figurines had been purchased “non-ironically” by many religious customers. (In case anyone was wondering, Ms. Stern does not make figures of the Prophet Muhammad.)

Hun Lye, a Tibetan Buddhist lama who last year helped make a sand mandala at the Asia Society in Manhattan to demonstrate impermanence, said that for many Buddhists, eating the Buddha’s likeness “would be considered disrespectful and it would be believed that it would result in negative karma being created.”

On the other hand, he said, a famous ancient Buddhist text, “A Guide to the Bodhisattva Way of Life,” “says that those who get upset when the Buddha is being insulted should not call themselves disciples of the Buddha.”

It’s the Dalai Lama’s favorite text,” he said. “But probably you wouldn’t see the Dalai Lama buying the statue and chomping on it.”


Por supuesto, es seguro que el Dalai Lama no se va a comer una de estas estatuillas. Y es que, como es bien sabido, el chocolate no es compatible con la dieta de los bhikkus o monjes (y hacen muy bien, es mucho más saludable el té acompañado de Sampa, o gofio de cebada...). En cambio nosotros prometemos visitar la bombonería de Bond Street a la primera ocasión que tengamos, para comulgar piadosamente con todo ese grupo de avatares sagrados.



Imágenes estáticas, fuente/source: Colección Divina, de Bond Street Chocolates:

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Recordamos a nuestros lectores que en anteriores entradas de nuestro blog pueden encontrar los enlaces que les permitirán conocer la tesis doctoral 'Violencia interreligiosa en Nueva Jerusalén, Michoacán. Su imagen en los medios de comunicación nacionales e internacionales' y varios documentos textuales, gráficos y audiovisuales relacionados con ese movimiento milenarista y campesino michoacano:




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